martes, 30 de diciembre de 2014

Los derechos civiles en el futbol ...


Los derechos civiles en el futbol
                              
                El pasto crecía en los estadios vacios.

                Pie de obra en pie de lucha: los jugadores Uruguayos, esclavos de sus clubes, simplemente exigían que los dirigentes reconocieran que su sindicato existía y tenía el derecho de existir. La causa era tan escandalosamente justa que la gente apoyo a los huelguistas, aunque el tiempo pasaba y cada domingo sin futbol era un insoportable bostezo.

                Los dirigentes no daban el brazo a torcer, y sentados esperaban la rendición por hambre. Pero los jugadores no aflojaban. Mucho los ayudo el ejemplo de un hombre de frente alta y pocas palabras, que se crecía en el castigo y levantaba a los caídos y empujaba los cansados: Obdulio Varela, negro, casi analfabeto, jugador de futbol y peón de albañil.

                Y así, al cabo de siete meses, los jugadores uruguayos ganaron la huelga de las piernas cruzadas.

                Un año después, también ganaron el campeonato mundial de futbol.

                Brasil, el dueño de casa, era el favorito indiscutible. Venia de golear a España 6 a 1 y 7 a 1 a Suecia. Por veredicto del destino. Uruguay iba a ser la victima sacrificada en sus altares en la ceremonia final. Y así estaba ocurriendo, y Uruguay iba perdiendo, y doscientas mil personas rugían en las tribunas, cuando Obdulio, que estaba jugando con tobillo inflamado, apretó los dientes, y el que había sido capitán de la huelga fue entonces capitán de la victoria imposible.


Autor: Eduardo Galeano
Del libro: Espejos
Pág. 297



Maracaná

                Los moribundos demoraron su muerte y los bebes apresuraron su nacimiento.
               
                Rio de Janeiro, 16 de Julio de 1950, estadio de maracaná.
               
                La noche anterior nadie podía dormir.
               
                La mañana siguiente, nadie quería despertar.  



Autor: Eduardo Galeano
Del libro: Espejos
Pág. 297-298

Resurrección de María ...


Resurrección de María

                María renació en Chiapas.
               
                Fue anunciada por un indio del pueblo de Simojovel, que era primo suyo, y por un ermitaño que no era pariente y vivía dentro de un árbol de Chamula.
               
                Y en el pueblo de Santa Martha Xolotepec, Dominica López estaba cosechando maíz cuando la vio. La mama de Jesús le pidió que le alzara una ermita, porque estaba cansada de dormir en el monte. Dominica le hizo caso; pero a los pocos días vino el obispo y se llevo presos a Dominica, a María y a todos sus peregrinos.
               
                Entonces María se escapo de la cárcel y se vino al pueblo de Cancuc y hablo por boca de una niña que también se llamaba María.
               
                Los Mayas Tzeltales nunca olvidaron lo que dijo. Hablo en lengua de ellos, y con voz ronquita mando

            que no se negasen las mujeres al deseo de sus cuerpos , porque ella se alegraba de esto;
            que las mujeres que quisieran se volvieran a casar con otros maridos, porque no eran buenos los casamientos que habían hecho los curas españoles;
            y que era cumplida la profecía de sacudir el yugo y restaurar las tierras y la libertad, y que ya no había tributo, ni rey, ni obispo, ni alcalde mayor.
                              
                Y el Consejo de ancianos la escucho y la obedeció. Y en el año 1712, treinta y dos pueblos indios se alzaron en armas.


Autor: Eduardo Galeano
Del libro: Espejos
Pág. 67

Prohibido sentir ...


Prohibido sentir

-          ¡Oh, figura femenina! ¡Cuán gloriosa eres!

Hildegarda de Bingen creía que la sangre que mancha es la sangre de la guerra, no la sangre de la menstruación, y abiertamente invitaba a celebrar la felicidad de haber nacido mujer.

Y en sus obras de medicina y ciencias naturales, únicas en la Europa de su tiempo, se había atrevido a reivindicar el placer femenino en términos insólitos para su tempo y su iglesia. Con sabiduría sorprendente en una abadesa puritana, de muy estrictas costumbres, virgen entre las vírgenes, Hildegarda afirmo que el placer del amor que arde en la sangre es más sutil y profundo en la mujer que en el hombre:

-          En la mujer, es comparable al sol y a su dulzura, que delicadamente calienta la tierra y la hace fértil.

Un siglo antes de Hildegarda, el célebre medico persa llamado Avicena había incluido en su “Canon” una descripción más detallada del orgasmo femenino, a partir del momento en que los ojos de ella empiezan a enrojecer, su respiración se acelera y comienza y balbucear.
               
                Como el placer era un asunto masculino, las traducciones europeas de la obra de Avicena suprimieron la página.

Autor: Eduardo Galeano
Del libro: Espejos

Pág. 81

Hipatia ...


Hipatia

-          Va con cualquiera – decían, queriendo ensuciar su libertad.
-          No parece mujer – decían, queriendo elogiar su inteligencia.

                Pero numerosos profesores, magistrados, filósofos, y políticos acudían desde lejos a la escuela de Alejandría, para escuchar su palabra.

                Hipatia estudiaba los enigmas que habían desafiado a Euclides y a Arquímedes, y hablaba contra la fe ciega, indigna del amor divino y del amor humano. Ella enseñaba a dudar y a preguntar. Y aconsejaba.

-          Defiende tu derecho de pensar. Pensar equivocándose es mejor que no pensar.

                ¿Qué hacia esa Mujer hereje dictando cátedra en una ciudad de machos cristiano?

                La llamaban Bruja y hechicera, la amenazaban de muerte.

                Y un medio día de marzo del año 415, el gentío se le echo encima. Y fue arrancada de su carruaje y desnudada y arrastrada por las calles y golpeada y acuchillada. Y en la plaza pública la hoguera se llevo lo que quedaba de ella.

                - Se investigara – dijo el prefecto de Alejandría.
  
Autor: Eduardo Galeano
Del libro: Espejos

Pág. 69

Desalmadas ...


Desalmadas

                Aristóteles sabía lo que decía:
-          La hembra es como un macho deforme. Le falta un elemento esencia; el alma.

                Las artes plásticas eran reinos prohibidos a los seres sin alma.

                En el siglo dieciséis, había en Bolonia quinientos veinticuatro pintores y una pintora.

                En el siglo diecisiete, en la academia de Paris había cuatrocientos treinta y cinco pintores y quince pintoras, todas esposas o hijas de los pintores.
               
                En el siglo diecinueve, Suzanne Valadon fue verdulera, acróbata de circo y modelo de Toulouse- Lautrec. Usaba corsés hechos de zanahorias y compartía su estudio con una cabra. A nadie sorprendió que ella fuera la primera artista que se atrevió a pintar hombres desnudos. Tenía que ser una chiflada.

                Erasmo de Rotterdam sabía lo que decía:
-          Una mujer es siempre mujer, es decir: loca.


Autor: Eduardo Galeano
Del libro: Espejos

Pág. 237