Los derechos civiles en el futbol
El
pasto crecía en los estadios vacios.
Pie
de obra en pie de lucha: los jugadores Uruguayos, esclavos de sus clubes,
simplemente exigían que los dirigentes reconocieran que su sindicato existía y tenía
el derecho de existir. La causa era tan escandalosamente justa que la gente
apoyo a los huelguistas, aunque el tiempo pasaba y cada domingo sin futbol era
un insoportable bostezo.
Los
dirigentes no daban el brazo a torcer, y sentados esperaban la rendición por
hambre. Pero los jugadores no aflojaban. Mucho los ayudo el ejemplo de un
hombre de frente alta y pocas palabras, que se crecía en el castigo y levantaba
a los caídos y empujaba los cansados: Obdulio Varela, negro, casi analfabeto,
jugador de futbol y peón de albañil.
Y
así, al cabo de siete meses, los jugadores uruguayos ganaron la huelga de las
piernas cruzadas.
Un
año después, también ganaron el campeonato mundial de futbol.
Brasil,
el dueño de casa, era el favorito indiscutible. Venia de golear a España 6 a 1
y 7 a 1 a Suecia. Por veredicto del destino. Uruguay iba a ser la victima
sacrificada en sus altares en la ceremonia final. Y así estaba ocurriendo, y
Uruguay iba perdiendo, y doscientas mil personas rugían en las tribunas, cuando
Obdulio, que estaba jugando con tobillo inflamado, apretó los dientes, y el que
había sido capitán de la huelga fue entonces capitán de la victoria imposible.
Autor: Eduardo Galeano
Del libro: Espejos
Pág. 297
Maracaná
Los moribundos demoraron su
muerte y los bebes apresuraron su nacimiento.
Rio de Janeiro, 16 de Julio de
1950, estadio de maracaná.
La noche anterior nadie podía
dormir.
La mañana siguiente, nadie
quería despertar.
Autor: Eduardo Galeano
Del libro: Espejos
Pág.
297-298
No hay comentarios:
Publicar un comentario