miércoles, 10 de febrero de 2016

Jose Leandro Andrade...

Rendición de París

Cuando era chiquilín descalzo, que pateaba pelotas de trapo en calles sin nombre, se frotaba las rodillas y los tobillos con grasa de lagartija. Eso decía, y de ahí le venía la magia de sus piernas.
José Leandro Andrade era de poco hablar. No festejaba sus goles ni sus amores. Con el mismo andar altivo, y aire ausente, llevaba la pelota atada al pie, bailando rivales, y a la mujer atada al cuerpo, bailando tango.
En las olimpiadas de 1924, deslumbro a París. El publico deliro, la prensa lo llamo “La Maravilla Negra”. De la fama brotaban las damas. Le llovían cartas, que él no podía leer, escritas en papel perfumado por señoras que mostraban las rodillas y echaban humo en aros desde sus largas boquillas doradas.
Cuando regreso al Uruguay, trajo quimono de seda, guantes de color patito y un reloj que le adornaba la muñeca.
Poco duro todo.
En aquellos tiempos, el futbol se jugaba a cambio del vino y la comida y la alegría.
Vendió sus medallas.
Había sido la primera estrella negra del futbol internacional.

Del libro: Espejos
De Eduardo Galeano

Pág. 261

No hay comentarios: