El siguiente texto, es uno de los tantos capítulos
que podemos encontrar en el Libro: De Copa en Copa, del periodista deportivo,
Don Tito De La Viña. Lo califico como Don, pues Don Tito tiene vasta
experiencia y camino transitado en ese sendero del conocimiento y la
experiencia, dentro el campo deportivo y futbolístico. Don Tito es un libro
abierto, y cada que tiene la ocasión habla y da a conocer todos los
conocimientos y datos que tiene grabados en su cabeza. Al respecto debo decir
que en muchas ocasiones en que se presenta o se lo ve en la Tv como invitado,
le deben de cortar la palabra, pues lastimosamente en esos medios televisivos
el tiempo es corto, y más aun cuando se habla de futbol, pues a Don Tito le
apasiona hablar al respecto y contar y comentar y relatar sus ideas y
conocimientos.
Don Tito plasmo varias obras sobre deporte y futbol,
y una de ellas es este libro, del cual extraemos este capítulo sobre la
selección brasileña que gano el mundial de 1970, y del cual Don Tito fue
testigo presencial y sin duda un privilegiado.
¿Por qué un
tema relacionado con Brasil?
Simple. Hace rato que nuestros vecinos brasileños olvidaron
el “Jogo Bonito” y sus oncenos ya no
llenan nuestros exigentes ojos, y del cual ellos con culpables. A mi modo de
ver, brasil de europeizó y cada vez es mas y mas mecánico y frio, dejando de
lado el buen futbol criollo, ese futbol que tanto nos caracteriza a los
Sudamericanos y del cual brasil es; Queriendo con querer o sin querer
queriendo, el máximo exponente.
Los invito a leer este capítulo e imaginar lo que
fue ese brasil de 1970, mismo que dejo una huella profunda para el futbol
mundial y de basta y enorme referencia para el PlanetaFútbol actual…
-----------------------------------------------------------------------------
La maquina
brasileña.
Conformación
del tricampeón mundial en méxico 1970. Parados: Carlos Alberto, Brito, Piazza, Félix,
Clodoaldo y Everaldo. En cuclillas: Jairzinho, Gerson, Tostao, Pele y
Rivelinho. Una maquina que jugaba a todo lujo.
…“Brasil debe agradecerle a sus
excepcionales futbolistas, al Rey Pele, y todos los que integran su corte, en
la que Gerson es un príncipe, Jairzinho un duque y Rivelinho un marqués, al
haberle regalado el máximo honor al que puede aspirar un país deportivo: ganar
por tercera vez la Copa Jules Rimet, desde ahora depositada a perpetuidad en las
vitrinas de la Confederación Brasileña de Deportes”… así
encabezaba su nota Juvenal, el periodista deportivo argentino de “El Grafico”,
al comentar la consagración del equipo verde – amarillo en la final del
campeonato del mundo méxico 1970 frente a Italia, vencieron por 4 a 1.
A su vez, habría que agregar, el
futbol del mundo debe agradecerle a brasil esa apoteosis de técnica y belleza,
de la clase y el fervor, el arte y la ciencia para manejar una pelota, como si
cada pie, cada pecho y cada cabeza de los integrantes de la corte del Rey Pele
tuvieran un imán invisible. El equipo dirigido por Zagalo, venció en cada una
de sus seis presentaciones, en demostraciones futbolísticas de alta calidad,
como nunca antes se observo en torneos de esta índole.
Gano los seis partidos que disputo,
marcando 19 goles y recibió solo 7. En el grupo 3 enfrento a Checoeslovaquia y
lo batió por 4 a 1, luego venció a Inglaterra por 1 a 0 en su partido mas difícil
del torneo y a Rumania por 3 a 2. En cuartos de final derroto a Perú por 4 a 2
en semifinales a Uruguay por 3 a 1, para llegar a la final y golear a Italia
por 4 a 1. Ese maravilloso plantel deslumbraba en cada presentación y les ofrecía
a sus seguidores lo que siempre esperan: que un equipo juegue, gane y guste. La
constelación de estrellas se basaba en cinco jugadores zurdos que en diferentes
posiciones jugaban un futbol de precisión, toque de pelota al pie y a los
espacios, desborde por los laterales para llegar al área y remate
espectaculares de media distancia o con pelota colocada cuando el volante
llegaba libre al espacio creado por sus compañeros. Era un verdadero lujo y por
eso cuando las encuestas piden la opinión sobre el mejor campeón mundial de
todos los tiempos, nadie que haya visto gran parte de esos campeonatos, duda en
afirmar que la maquina brasileña de méxico 70, ocupa el número 1.
Los cinco zurdos aludidos eran
Gerson, Rivelinho, Pele, Jairzinho y Tostao, que hicieron el milagro de destruir
las afirmaciones que eso no podía ser, porque excedía al sentido común. El
técnico Zagalo consiguió hacer funcionar la máquina en base a los
desplazamientos de esos zurdos que se movían indistintamente en diferentes
sectores de la cancha y hacían prevalecer las ventajas de utilizar la pierna
zurda en sectores donde los diestros tienen aparente ventaja. Brasil presento
en méxico un equipo formado por cinco números diez, cinco cracks que en sus
clubs eran los dueños de “la manija” Eso fue verdaderamente revolucionario. En
un momento en que el valor – equipo parecía haber terminado con el valor –
hombre, Zagalo junto a sus mejores hombres que tenia, sin preocuparse por el
puesto que ocupaban o la función que estaban cumpliendo en sus equipos. Lo
fundamental volvió a ser el hombre. Eran los mejores y tenían que jugar. ¿De
qué? ¿Con que plan?. Dentro de la cancha se vería. Y se vio. De una manera que
el fútbol del mundo no podrá olvidar nunca.
Gerson, uno de los mas veteranos de
aquel gran equipo, rememoraba que la gran conquista de méxico había comenzado
en 1969 cuando el equipo disputo las eliminatorias sudamericanas frente a
Colombia, Venezuela y Paraguay. En aquel plantel, el entonces técnico Saldanha
incluyo a Jairzinho y Edu como punteros titulares, con Pele y Tostao como
delanteros netos. En el medio estaban Clodoaldo y Gerson. Atrás jugaban Carlos
Alberto, Brito, Joel y Everald. Luego de la euforia de la clasificación,
recuerda Gerson, hubo problemas entre dirigentes y reemplazaron a Saldanha por
Zagalo, que hizo todo el trabajo para el mundial y fue el protagonista de esa
verdadera revolución colocando a cinco números diez en el onceno brasileño. No
fue fácil, pero dio resultado.
En el partido final contra Italia,
Gerson fue el autentico súper cerebro de Brasil, y Pele, con toda su enorme
clase se le subordino como realizador y acompañante. Fue un ejemplo de hombre
dispuesto a postergar su “vedetismo” a favor del conjunto.
Mañana del 17 de junio de 1970 en
el distrito federal de méxico, sede de la gran final. Hay amenaza de lluvia,
que finalmente no empaña la gran fiesta. Del hotel Santa Isabel donde estaba
instalado en Centro de Prensa, parten las movilidades hacia el estadio Azteca.
Una mañana muy ajetreada, con los nervios previos de una gran fiesta futbolística.
Ir y venir de los miles de periodistas acreditados. Dos horas antes del
comienzo del partido señalado para el medio día mexicano, ya estuvimos en las
instalaciones del coloso de Santa Úrsula, como lo conocen los mexicanos a su
gran estadio. Todos quieren ver a la maquina brasileña en acción frente al
catenaccio italiano de Albertosi; Burgnich, Cera; Rosato y Fachetti; Bertini,
Mazola y De Sisti; Domenghini, Bonisegna y Riva. Los verde amarillos de brasil
en busca de su tri campeonato: Félix; Carlos Alberto, Brito, Piazza y Everaldo;
Clodoaldoy Gerson; Jairzinho, Tostao, Pele y Rivelinho.
El favoritismo en inmensamente
favorable a Brasil, que es el equipo dueño de casa, porque los mexicanos tras
la eliminación de su plantel nacional, adoptaron a Brasil. La fiesta comenzó
exactamente a las 12 horas cuando el alemán oriental Rudy Glochmer dio la
orden. Después la maquina comenzó a arrasar con movimientos agiles, simples,
lucidos, abriendo y cerrando los espacios, tocando hacia los costados y hacia
adelante. Nunca había visto tanta elegancia en todo eso. Los cuatro goles
fueron obras de arte futbolísticas. El cabezazo de Pele que abrió el marcador
saltando y arqueándose en el aire para dejar la pelota en los piolines. Tras el
empate de Bonisegna, Gerson en su tarde histórica, en el borde del área, hace
un esquive, busca el perfil favorable y dispara un misil a la red: 2 a 1. Tras
la pausa del intermedio, el golazo de Jairzinho entrando por la derecha
superando a Fachetti y anticipándose a la salida de Albertosi. Y la frutilla
del postre, con el gol del capitán Carlos Alberto. Habíamos visto a la Maquina
Brasileña; la mejor de todos los tiempos en el futbol mundial. Fui un
privilegiado.
Por: Tito De La Viña - Periodista deportivo
Extraído del Libro: De Copa en Copa. Pág.- 36,
37 y 38
-----------------------------------------------------------------------------------
Saludos
Totales…
No hay comentarios:
Publicar un comentario