jueves, 27 de julio de 2017

Cartas ...


Buscando, desempolvando y revisando, encontré un maltrecho y pequeño libro de amarillas hojas, este pequeño libro pertenecía a mi abuelo Delfín Uzquiano Meneses. Y hojeando entre sus páginas encontré varias de estas interesantes cartas …
Pensar que en tiempos anteriores a los actuales, los jóvenes galantes y otros no tan galantes, tenían que recurrir a este tipo de manuscritos para comunicar o para expresar su aprecio o enamoramiento por una señorita o dama …
Y ella, tenía que leer los escritos que le permitían imaginar a ocasional galán. Pero también ellas tenían la posibilidad de contestar la nota, brindando en ella su aprobación, como también su rechazo …
En una siguiente publicación transcribiré estas últimas, son geniales …
Hoy, el tiempo paso y los mecanismos mejoraron o empeoraron, pero sencillamente puedo imaginar cómo eran esos tiempos, donde le mas mínimo detalle ortográfico, de presentación (perfumar las cartas), la letra, el estilo y contenido, eran minuciosamente revisadas por ellas …
A continuación un par de ejemplos:


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Cartas…

            Señorita:
            No fue la casualidad lo que me hizo encontrarla a usted en mi camino. El destino, sin duda, la puso a usted ante mis ojos para que yo admirara la perfección infinita de sus obras; el destino la hizo a usted cruzar mi senda para que huyese la tranquilidad de mi espíritu y se convirtiera en afanes la placidez de mi vida. Y desde entonces vivo sin vivir y muero sin acabar de morirme.
            No quiero analizar el trastorno, la turbación, la profunda huella que han dejado en mi alma la contemplación de su hermosura y la consideración de sus gracias. ¿Para qué? Me basta sentir que usted es mi único pensamiento, y me basta saber que por usted suspiro y por su amor aliento. No sé si mis ansias hallaran en el de usted la recompensa; pero el silencio me ahoga; y el egoísmo me arrastra a comunicarle mis sensaciones, mi intranquilidad y mi ardiente deseo de hallar en usted consuelo a mis amarguras.
            ¿Se hará esperar mucho su respuesta? La aguarda anhelante su apasionado y rendido.
Jamaku WilaWila
      

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            Señorita:
            Al entregarme al placer, o a la necesidad, de escribir a usted esta carta, he de comenzar por suplicarle que me escuche. Comprendo que, para atreverme a comunicar a usted mis sentimientos, necesito su indulgencia; seria inútil justificarlo. Después de todo, ¿Qué voy a hacer sino a poner ante sus ojos la propia obra de usted? ¿Qué voy a decirle que mis miradas, mi conducta y hasta mi silencio no le hayan dicho ya? y, ¿Por qué había usted de enojarse al escuchar la expresión de un sentimiento que ha originado usted misma? Emanado, sin duda, de usted, es digno de serle ofrecido; si es ardiente como mi alma, también es puro como la de usted. ¿Sería un crimen haber sabido apreciar el merito de sus encantadoras facciones, de sus seductoras cualidades, de sus arrobadoras gracias, de su inefable candor? No, ciertamente; pero, sin llegar a ser culpable, se puede ser desgraciado, y esta es la suerte que me espera si usted rechaza el cariño que le ofrezco.
Y es el primero que mi corazón ofrece: sin usted, no digo que seria feliz; pero si que viviría tranquilo. Respóndame usted, dígame una sola palabra y me habrá usted hecho feliz para toda la vida; pero piénsela antes de pronunciarla; que una palabra también puede labrar la infelicidad de un hombre.
Acabare como he comenzado: implorando su indulgencia; pero sin antes le suplique que me escuchara, ahora le ruego que me responda. Rehusarlo sería hacerme creer que se había usted ofendido, y mi corazón me asegura que mi amor y mi respeto son absolutamente iguales.

Casicho Duraznuni

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Saludos Totales …

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