De todos los cuentos que están
plasmados en esta obra de nombre: Warikasaya. Cuentos
Stronguistas, este es sin lugar a dudas el que más me agrada, el
que más me invita a la imaginación y a releerlo y releerlo, cada vez que abro
el libro. Me encanta, es fantástico…
Y el cuento de la
Estronguista, nos cuenta…
Céspedes
Mariana Ruiz Romero
Es que usted no entiende, Céspedes,
no entiende y dudo que lo haga alguna vez: nunca comprenderá a una mujer
corriendo tras una pelota. Menos si esta es de cuero y anda avalada por la FIFA.
Claro, usted me dice que una dama de sociedad no hace esas cosas, que el futbol
es de hombres y que, además, las mujeres deberíamos estar alejadas del deporte
en general, no servimos ni de espectadoras.
En eso quizás le doy la
razón, al menos en la familia no oí que alguna de nosotras hubiera visto jamás
un partido. Pero que le dábamos a la pelota, a escondidas, pues es casi una
tradición. Fíjese que mi abuela, aparte de fumar en el baño para que no la
descubrieran, se mandaba unas campanas con la bola, entre cacerolas y guisados,
que nos marcaron para siempre. Nadie lo sabe, pero mi madre tuvo que
divorciarse por un gol que le hizo a su marido, de chilenita y con chinelas, en
secreto entrenamiento que, a pesar de no haberlo visto nadie, lo humillo de por
vida.
¿Y qué le puedo decir yo?
Claro que se enojo cuando me vio correr descalza en aquel open – house, pero es
que de mi madre lo aprendí todo; menos el poder esconder este imán que
significa para nosotras una pelota. Menos mal que los tiempos han cambiado, y
todavía puedo aspirar a un buen matrimonio a pesar de ciertos deslices sobre el
césped. Fíjese, por lo menos puedo diseñar trajes claros que permiten correr
sin perder el decoro, hasta pude meter alguna vez goles arriba de tacones
altísimos… lo que más nos temíamos, además, va en camino de resolverse.
Quitarnos el sexo fue siempre la amenaza más potente, pero con las otras
consiguiendo cada vez más derechos, nosotras podremos alcanzar esos placeres
sin problemas, quizás alguna vez, sin coartadas. Y eso será pronto, así que no
me recrimine mas y vístase, Céspedes, que tengo un pastel en el horno, y en la
mañana jugamos con las primas, todas ellas aurinegras.
Del
libro: Warikasaya. Cuentos Stronguistas.
Pág.
110, 112
Saludos
Totales…
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